La deuda que debemos saldar desde la sostenibilidad

Director de Comfenalco Quindío

Los grandes cambios de los sistemas de producción no han sido compasivos con el planeta y todo lo que desde este escenario de vida nos ha permitido llegar hasta este momento de nuestra historia.

La revolución industrial, que marcó un hito en la implementación de procesos productivos a nivel global, generó un salto enorme en la transformación social con el descubrimiento de los motores y toda la innovación que produjo, hasta el punto de extraviar el rumbo de las verdaderas riquezas que siempre estuvieron a disposición de las especies para amenazarlas y comprometer su función en el contexto.

No advirtió jamás esa civilización precursora que le estábamos haciendo daño a algo y dos siglos después recogemos el nefasto resultado de nuestras acciones en contra del mayor capital que tenemos como habitantes de la tierra, nuestra naturaleza.

Las potencias mundiales analizan el panorama desde un mar de intereses que no les permite ceder su posición de inequidad frente a lo que debe ser un verdadero equilibrio ambiental.

Pero desde regiones como la nuestra que aún mantienen un margen de manejo para evitar la debacle que ahora sufren muchos lugares del mundo, debe ser visible un liderazgo desde la sostenibilidad a efecto de responder de forma vehemente a lo que espera el planeta para recuperarse.

Caldas, Quindío y Risaralda poseen una biodiversidad envidiable, producto de bondades naturales que se expresan a partir de sus fuentes híbridas, sus tierras fértiles y el oxígeno acumulado en sus bosques. La gestión de quienes ejercen el poder desde lo público o lo privado debe tener de bastión de sus propósitos la conservación del medio ambiente, las prácticas de responsabilidad social empresarial y la promoción de la vida como el primer escalón de prioridades.

Dar el paso inicial es fundamental, comprometerse es el dilema que mide el verdadero valor de las iniciativas.

No se trata, por supuesto, de empezar por elaborar extensos procesos, por fijar la mirada sobre ejemplos exitosos o menos, por entenderlo como una tendencia que da réditos de confianza y credibilidad.

La sostenibilidad es el más claro concepto de esperanza que llevado a la práctica permite devolver en parte esa deuda que hemos adquirido a través de hechos no medidos en función del daño que han causado.

Un buen comienzo de esta tarea tiene como punto de partida cambiar paso a paso la cultura impropia de no hacer nada por el medio ambiente por valorar cada acción como un objetivo que contribuye al rescate del planeta.

Leer, capacitarse, adquirir nuevos comportamientos, hablar del tema, tomar conciencia y actuar debe ser la ruta que espera el mundo de sus líderes y sus organizaciones.

Estamos aquí, ahora, en medio de un problema que debemos resolver, pero con las herramientas y la intención de redefinir nuestros pensamientos para mejorar.

Solo con mirar alrededor es suficiente para establecer el escenario por donde se pueda empezar: la reducción energética, el consumo de agua consciente, la clasificación de desechos, el desperdicio de papel de oficina, el gasto de tintas de la impresora.

No tenemos que posar de héroes por las decisiones que tomamos en favor del entorno, es nuestra obligación desde la posición que ocupamos de estimular actividades para adquirir nuevas formas de entender y disfrutar el lugar donde vivimos.