Inversión en salud: un motor clave para el crecimiento económico

En un mundo donde las decisiones en políticas públicas están enfocadas en mejorar el crecimiento económico de los países, hay un aspecto que se inserta como un jugador clave: la salud, que debe ser vista como una inversión y no como un gasto, ya que tener una población sana no es un simple indicador de bienestar; también es una potente fuerza que alimenta la innovación, la productividad y el crecimiento económico sostenido.

Muchos estudios evidencian la conexión entre salud y crecimiento económico. Un informe de la Federación Latinoamericana de la Industria Farmacéutica, Fifarma, señala que un trabajador sano que usa plenamente sus capacidades genera más ingresos, contribuye a una mayor productividad y al crecimiento del Producto Interno Bruto, PIB. Además del impacto que la salud tiene en la productividad de la población, la salud como sector económico también es muy importante para la generación de empleo. De acuerdo con un informe del Banco Mundial, en los países de ingresos altos, los empleos relacionados con el cuidado de la salud llegan a representar 20% del total de los puestos de trabajo de las economías.

Incluso, el solo cierre de la brecha de salud entre hombres y mujeres también representa una oportunidad poderosa para el crecimiento económico. Estimaciones de McKinsey sugieren que reducir esta disparidad podría aportar casi US$5.100 millones a la economía latinoamericana hacia 2040. Este círculo virtuoso de la inversión en salud y la economía se convierte en un ecosistema. Según McKinsey, cada peso invertido en salud puede generar hasta $4 en beneficios económicos. Así las cosas, no es extraño que la Organización Mundial de la Salud, OMS, haya convertido la inversión en salud en un imperativo.

En el contexto actual que atraviesa Colombia, la discusión se ha centrado en la escasez de recursos, pero hay que ir más allá y pensar también en resultados médicos y en la necesidad de invertir e innovar para que los pacientes tengan más y mejores años de vida. Es muy importante comprender la relación que hay entre innovación, eficiencia y mejores resultados en salud y calidad de vida.

No somos ajenos a la necesidad de hablar con realismo fiscal, y es por eso que también proponemos fuentes alternativas de financiamiento para el sector. Se puede trabajar en mecanismos como bonos sociales, las donaciones corporativas, el crowdfunding o, incluso, se puede barajar la alternativa de generar incentivos tributarios para las empresas que, por ejemplo, promuevan efectivamente la atención primaria en salud.

En la industria farmacéutica somos un aliado comprometido con el desarrollo a largo plazo y creemos que invertir en salud significa asegurar que cada persona tenga acceso a la atención médica que necesita para prosperar. Sabemos que cada estudio clínico, cada terapia innovadora y cada proyecto que movilizamos desde nuestro sector nos permite obtener mejores resultados en salud, lo cual se traduce en calidad de vida, productividad y, en última instancia, en un mayor desarrollo para el país.

Pero sabemos que no podemos hacerlo solos. Queremos colaborar con todos los actores del sistema y juntos construir el sistema de salud que el país necesita. La invitación es a pensar con rigor, pero también con esperanza. Invertir en salud es una necesidad ineludible para el bienestar de nuestra sociedad y el desarrollo económico de nuestro país. Que cada peso invertido en salud se convierta en una oportunidad para vivir más momentos especiales con las personas que más queremos.