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Carga tributaria en el sector productivo
Adelantar la retención de la fuente da media tributaria al Gobierno que ha dado muestras de pésimo manejo fiscal, nunca antes ninguna administración había estado tan apretada
Durante las dos administraciones de Santos, la constante fiscal fue el endeudamiento externo y las permanentes reformas tributarias; al gobierno de Duque le correspondió sortear la pandemia del covid-19 y atender la avalancha de protestas sociales, mientras que a Petro le ha tocado manejar las finanzas con un Congreso en contra y una rotación inusual de sus ministros de economía, en una cartera que tradicionalmente ha sido bien manejada y con cierta continuidad.
Ocampo, Bonilla, Guevara y ahora Ávila, son los nombres que han pasado por Hacienda, entre los que solo el primero ha sabido afinar las cuentas públicas y ejecutar una reforma tributaria compleja que le dio el oxígeno económico para tres años al primer gobierno de izquierda de la historia del país. Los restantes no han logrado sincronizar gastos con ingresos ni tener una buena relación de políticas públicas con el Presidente, quien presume públicamente de saber de macroeconomía y de dominar la micro que mueve al país.
Hay que reconocer que Colombia y Chile son los dos países de América Latina que más consecuentes han sido con su manejo económico, les han dado continuidad a las políticas, han reducido la pobreza en sus respectivas dimensiones, pero también se han distanciado, por ejemplo, en el per cápita exportador, en donde el país austral casi duplica al colombiano.
En cambio, Colombia no había improvisado en su manejo de la economía y algunos ministros de Hacienda, más que otros, se han enfocado en manejar las finanzas sin abusar de las tributarias cada año y medio y trabajar conjuntamente con su homólogo de Industria y Comercio para diseñar políticas de crecimiento económico.
Desde que desapareció el Ministerio de Desarrollo Económico y sus roles y funciones se fusionaron con el de Industria, no hay un responsable directo de diseñar políticas públicas enfocadas en el crecimiento económico, y si no hay ni responsable directo de hacer repuntar el PIB, los impuestos suben basados en el mismo pírrico crecimiento de 1% o 2% anual.
Los tributos de las empresas y de las personas deberían ir amarradas al crecimiento, de lo contrario, es como obligar a un paciente anémico donar sangre. Eso es lo que está pasando en este momento con la idea de la rotatoria cartera de Hacienda de adelantar la retención en la fuente.
El Ministerio de Hacienda publicó el Decreto 0572 con la finalidad de establecer retenciones a la fuente y “asegurar el recaudo sobre el impuesto de renta”. Esta es una estrategia que el Gobierno está utilizando con la finalidad de solventar sus problemas de caja.
Gracias a esta movida financiera, según gremios y analistas, el Ejecutivo podría recaudar entre $6 billones y $13,9 billones, lo que equivale a una tributaria, pero en el mediano plazo es hacer un avance con la tarjeta de crédito para pagar la cuota mensual de la misma tarjeta.
Es una decisión, no solo perniciosa por su daño al futuro inmediato, sino una reforma tributaria silenciosa que hace brillar el mal manejo de la política fiscal de la administración nacional.
Es elocuente que el Gobierno Nacional se está quedando sin dinero, sin caja para pagar sus obligaciones con el mismo funcionamiento del Estado; no hay mucha inversión y la burocracia estatal sigue subiendo sin techo.
Es un imperativo que el Ministerio de Hacienda adelante una rendición de cuentas y muestre el verdadero estado de las finanzas públicas.
Hay una fina capa de aire que separa las relaciones entre políticos y empresarios, un trabajo en aparente equipo en el que casi siempre se cae en inhabilidades destructivas
El mejor nefasto ejemplo de que las reglas son para romperlas es la regla fiscal, la norma que le impide a los políticos técnicos gastar y endeudarse más, pero que no sirve para nada
Solo evaluar suspender temporalmente la regla fiscal es profundizar la crisis en el manejo de la economía, es ponerle una condena a las finanzas públicas difícil de pagar